martes, 8 de diciembre de 2009

REUNIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS DE LA SALLE. PROMOCIÓN 1950-1957.





El Colegio vuelve a ser su casa por unas horas. Después de 52 años, casi 40 antiguos alumnos de La Salle se reencontraron con su Colegio. Tras algunos meses de búsqueda de direcciones y teléfonos, por fin llegó el gran día. A las 11.15 de la mañana, quince minutos antes de lo previsto, ya estaban numerosos antiguos alumnos ante las puertas del Colegio. Allí la organización les había preparado una tarjeta identificativa con los nombres y las fotos de su juventud. Algunos sólo gracias a ellas se reconocieron. El tiempo, que no pasa en balde, y transforma el semblante, que no el espíritu, pues el dinamismo, la alegría y los recuerdos fueron el denominador común de la jornada.

A las 12 se tuvo una eucaristía por los compañeros fallecidos, siendo el momento en que el Director del Colegio, el Hermano Celerino Sanz Granados les dirigió unas palabras dándoles la bienvenida y felicitándoles por su reencuentro. Les hizo una semblanza de las diferencias en la distribución de los espacios surgidas en los más de 50 años, y la conservación del objetivo educativo lasaliano. Al finalizar la misa, el presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos, Antonio Galindo Cuenca, les dirigió unas palabras con las actividades previstas, comenzando por un recorrido por el Colegio, con especial detenimiento en el Museo del Hermano Rufino.

Posteriormente, ya en un aula, se les habló del pasado centenario del Colegio, de su situación actual y de los proyectos de futuro. Se les hizo entrega de un libro del Centenario, un recuerdo del encuentro y se les impuso como hace más de 50 años, la insignia de antiguos alumnos de la Salle, siendo nombrados uno por uno entre los comentarios jocosos del resto de los compañeros.

Hubo también un especial agradecimiento a Alejandro Sanabria Salazar y a José Luís Criado del Águila, principales artífices del éxito de la convocatoria y por último se realizó la foto de grupo en el patio central del Colegio.

La jornada terminó en el Restaurante del Hotel Catedral, donde en un ambiente aún más festivo se recrearon anécdotas, antiguos profesores, excursiones a la Molineta, clases a las 3 de la tarde… Otros tiempos, otros métodos, incluso se atrevieron con canciones colegiales de aquellos años que probablemente desde su marcha del colegio, nunca más volvieron a ser entonadas. Son ecos del pasado, jirones de la memoria y del tiempo que sirvieron para construir toda una vida.

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